lunes, 22 de febrero de 2016

Crónica de un bolsillo izquierdo vacío

Me iba a levantar a las 9.30 para ir a correr.

Me desperté a las 10 y desistí porque el calor tenía pinta de insoportable.

Más corriendo.

Pero cerca de las 18 me obligó a correr un acto reflejo.

El acto reflejo que me hizo sentir un pelotudo y correr detrás del chabón que me acababa de arrancar el celular de las manos.

Toda la escena habrá durado menos de medio minuto y la recuerdo tan bien como la letra entera de Paranoid Android: Su mano con mi celular alejándose, yo atónito con los auriculares en la mia (zafaron), la avenida bajo el cielo nuboso que crucé corriendo detrás de esa bicicleta negra, su cara de nada bajo una gorra también negra que me miraba a cada pedaleo, mis puteadas básicas a los gritos, los vecinos de la cuadra mirando sin entender quién era víctima y quién victimario (todo eso sé que lo pensé en un segundo), de nuevo putearlo con más fuerza para que supieran que el hijo de puta era él y la alarma vecinal, que sonó lo que yo tardé en llegar a la otra esquina. Sonó lo que tardó en ganarme la resignación, la realidad de que ya me había sacado una buena distancia y era al pedo seguir esforzándome con alpargatas y bermuda de jean contra una bicicleta. ¡¡EN BICICLETA!! ¿¿Cómo me pueden robar en una bicicleta?? Con lo que las quiero. También fue en vano acercarme después hasta unos gendarmes y describirles la secuencia para que me respondan que haga la denuncia en la comisaría. Que “vamos a hacer lo que podamos”, que “anotamos que usaba remera azul y bicicleta negra”... Y encima se llevaron el número de mi vieja.

Ahora viene el gran cliché: ¿Por qué a mí? ¿Qué hice para merecerlo? Pensé y haber estado buscando los auriculares como cinco minutos (me mataba si los perdía) hasta que los encontré en el bolsillo de un short era por lo que me había atrasado unos minutos en irme de casa. O quizás debí salir media hora antes como había pensado. Como pensé en correr a las 9.30. También había arreglado acompañar a mi vieja a hacer las compras, y uno de todos los planes lo tenía que cumplir. Antes hice la denuncia de robo a Personal y sufrí que las primeras opciones ante todo fueran las comerciales: Si quiere comprar un equipo, informar un pago, cambiar su plan... No, quiero que me suspendan el celular que me acaban de robar, la puta madre. La operadora que me atendió fue amable y me olvidé su nombre a mitad de la conversación. Después salí de nuevo para encontrarme con mi vieja. Viajé en bondi sin música y el bolsillo izquierdo vacío. Caminé y miré al frente, no a la pantalla, porque el bolsillo izquierdo siguió vacío.

Tomamos unos mates y conté la secuencia por segunda vez. Desde que empezó el año vengo diciendo que mi celular estaba pidiendo cambio porque andaba lento o quizás estaba llegando el turno de la puta obsolescencia programada (leer sobre eso). Pedía cambio y me lo expulsaron de por vida, lo desafiliaron.

Entre las góndolas del supermercado volví a palpar el bolsillo izquierdo y nada. Lo más interesante que compramos fueron unas milanesas de arroz rellenas de verduras aprovechando que estoy intentando una etapa de #healthyfood y que mi vieja se reencontró con una clienta. Ah, nos cagamos de frío, sarpado, entre las heladeras. Quise escribir al grupo de Whatsapp que el Cynar está $75 y que cuando logre imponerlo de moda, jodiendo, iba a salir lo mismo que el Branca o Campari.

Descubrí que cuando esté en la etapa de hacer las compras voy a ser un riguroso contador de los productos que tiene el changuito de adelante en la caja rápida.

Mi amigo Manu me dijo que cuando estuvo sin celular reparó en lo vicioso que era y lo bien que le hizo desconectarse ese tiempo. Seguro tenga razón. Cuando volvíamos en el bondi con mi vieja me vi reflejado en ella porque yo hablaba y sus ojos estaban en el celular. Mi consuelo fue leer las instrucciones para cocinar las milanesas de arroz...


Me propuse tomarme con la mejor onda el hecho y escribirlo es la linda forma en la que convierto lo que pudo haber sido una tardenoche de puteadas y lamentos. Tuve que atravesar un momento que pudo ser catastrófico cuando, sentado para escribir y luego de cliquear play para que la música acompañe junto a los auriculares que safaron, constaté en que no perdí solo el celular, sino también un tercio del plug de los auriculares que quedó enchufado en él.

Pero qué le voy a hacer...


viernes, 19 de febrero de 2016

Miss Bolivia en el Teatro Vorterix

 Tarde pero para darle un poco de actividad a esto subo la crónica que escribí sobre Miss Bolivia para Recis cuando los hoy oficialistas eran opositores y viceversa. Las fotos que decoran son de Martina Stelian.



La noche del 21 de noviembre fue la última antes de que los argentinos elijan presidente por primera vez en la historia en un balotaje. Los protagonistas de las elecciones eran Macri y Scioli, pero la protagonista del Vorterix esa noche anterior fue Miss Bolivia, con grabación de DVD incluida.

Quizás por eso no fue casualidad que “Tan distintos” (“A vos te gusta el cash, te gusta el cheque y más cuando es verde el billete” ) haya sido el tema de apertura para un show que culminó con una hoja escrita a mano con la frase “Nunca Macri” antes de las once y cuarto de la noche debido a la veda electoral, aunque eran pocos los vasos sin escabio. Otro condimento divertido es que fue el primer show apto para todo público, donde entre la gente pedía permiso un enano de siete años mientras comía unas Saladix de la caja.

La lista siguió con “Rap de las madres”, acompañada de imágenes de madres y abuelas de Plaza de Mayo y los nietos recuperados o aún desaparecidos; y “Loca” dando continuación a la fiesta que se veía en el público donde dos chicas tiraban pasos como si fuera un duelo amiguero entre ellas. Hubo más de quince bailarinas en escena para decorar las canciones con coreografías, donde abundaba el minishort y los culos moviéndose al borde del escenario. Las chicas tuvieron protagonismo total antes de que Miss Bolivia salga al escenario y en una especie de meddle mientras la cantante cambiaba de vestimenta.
En el último tramo, esta psicóloga que no ejerce encerró a “Bien warrior”, corte del último disco Miau y encargada de despegar los pies del piso de todo el público cuando el ritmo se había apaciguado, el otro corte/hitazo de 'Miau', “Tomate el palo” y el cover de Todos tus muertos “Gente que no” en una trilogía de canciones para “gente de mierda” , según sus palabras. Ese tipo de canciones es donde transforma el veneno en medicina, como ella lo define. El cover tuvo que reanudarse antes del primer estribillo porque la flauta del invitado Eric Giles no se escuchaba y ella aclaró por micrófono: “Si invito a un amigo quiero que la pase bien” . Los aplausos aprobaron el gesto.

Ojo, al momento de “Jálame la tanga” cualquiera podía mover las caderas con la tanga oficial de la artista al módico precio de $50 en el stand de merchandising. Y si con la ropa interior no era suficiente también se podía comprar el vino de etiqueta Miss Bolivia, con el que la estudiante de sommelier brindó y aseguró: “Cuando yo me tomo un vino me inspiro más y voto mejor” , burlándose de la veda que violaba. La gente aplaudía y festejaba cada declaración política. Hasta se alzaron manos con los dedos en V cuando dejó en claro su postura antimacrista diciendo unas palabras contra quien resultó electo presidente al otro día con apenas poco más del 51% de los votos.

“El amor nos va a salvar, todo lo demás es gilada” , fueron las últimas palabras que salieron de su micrófono antes de dejar el escenario y que la gente comience a abandonar el teatro, con el bienestar de una noche en la que se bailó y cantó como se hizo en el bunker de Cambiemos el domingo, pero con la impronta de barrio y cumbia marcada. Ya puertas afuera, sobre la calle Lacroze una chica se alejaba con su tanga Miss Bolivia encima del jean, dejando testimonio del paso de la cantante por el barrio de Colegiales.

 Link a la web